Circula por ahí un vídeo con un experimento de un Canal de TV de Dinamarca. Se coloca a un grupo de personas en cajas según ciertos cánones habituales: inmigrantes, urbanitas, dinero… Después se dan otro tipo de consignas y se crean nuevos grupos: son padres adoptivos, les gusta bailar… Las agrupaciones primeras se descomponen y aparecen otras sorprendentes.
Diversidad. Cuando empezaron las manifestaciones reivindicativas de lo que, todavía hoy, se llama genéricamente Día del Orgullo, a la primera definición Gay, G, se le empezaron a añadir letras, hasta que casi teníamos un alfabeto. La intención de visibilizar era muy buena y, en ocasiones, necesaria. Pero la palabra diversidad engloba todas. Cada ser humano es único y no siempre tiene que sentirse cómodo en una etiqueta. Ni siquiera tiene por qué sentirse igual en diferentes momentos de su vida.
Diversidad también en la muerte. En Córdoba, se han celebrado las jornadas ‘La causa de los 4.000’. Emociona, y entristece, leer algunas descripciones de desaparecidos, los detalles que, antes de una prueba de ADN, pueden resultar esclarecedores cuando se encuentran unos restos: una cojera, unos dedos unidos, cualquier detalle del esqueleto nos habla de las circunstancias, terribles, de la muerte. No son una masa, son seres, con nombre y apellidos.
Diversidad en las personas que buscan amparo en nuestras costas: edad, procedencia, razones para la huida. Quienes vinieron desde el Aquarius, las que llegaron, por otros medios, a las costas andaluzas, son también diversas.
Me gusta que, en Córdoba, la marcha de hoy, día 28, sea la II Marcha por la Diversidad. Cabemos todos y todas.
Allí estaremos para manifestarnos por quienes no pueden hacerlo. Queremos recordar, somos así, un poco aguafiestas, que las violaciones de derechos humanos LGBTI son generalizadas. 72 países penalizan la homosexualidad con pena de cárcel o castigos físicos y 13 podrían aplicar la pena de muerte. Aprovechando el mundial de fútbol, queremos poner el foco en Rusia. Oksana Berezovskaya es representante de la organización Avers, que lucha contra la discriminación basada en la orientación sexual y la identidad de género. Son especialmente hostigadas desde la aprobación de la conocida como «ley de propaganda homosexual».
Pero, como hemos dicho, nos importa la diversidad. Y, en Rusia, recordamos otros nombres. Valentina Cherevatenko, de Mujeres del Don, inspeccionada por la «ley de agentes extranjeros». Y Oyub Titiev, checheno y director del Centro de Derechos Humanos Memorial en Grozni. Tienen en común que son perseguidos, perseguidas, por su trabajo de defensa de los derechos humanos. Diversidad en una causa común.
Y en otra parte del mundo. Alejandra huyó de los ataques y la extorsión sufridos por su identidad transgénero en El Salvador y pidió asilo en Estados Unidos en noviembre de 2017. Desde diciembre permanece recluida en el centro de detención de Cibola, en Nuevo México.
Hoy, 28 de junio, marcharemos por la Diversidad y celebraremos la normalización de muchas identidades en nuestra sociedad. No olvidaremos a quienes no pueden manifestarse.
Julio 2018