Odio

«Del amor al odio no hay más que un paso», se dice. No tengo claro si lo contrario es cierto: del odio al amor. Sí, se dice, en la sabiduría popular, que, a veces, una inicial enemistad o rechazo, da paso a pasiones extremas; y el cine está lleno de películas que explotan este argumento. Pero me preocupa más el odio grupal. Cuando yo era adolescente, recuerdo el impacto que me produjo la visión de la película La jauría humana. Esa sensación de impotencia, de fuerzas desatadas sin control, de no querer saber, de condenar previamente. Entonces, y todavía hay gente que lo dice, lo vi como algo de una época de los Estados Unidos. No hace muchos días, se me ha puesto la piel de gallina ante la visión de grupos de personas, en nuestro país, gritando «¡Pena de muerte!» al paso de una detenida.

No voy a hablar de los delitos de odio, de moda últimamente. Voy a hablar del informe anual de Amnistía internacional. Dice este informe, publicado el 22 de febrero: «El mundo está sufriendo las terribles consecuencias de la retórica del odio, que amenaza con normalizar la discriminación en gran escala de los grupos marginados.Sobre los asuntos del mundo se ciernen los fantasmas del odio y el miedo, y son pocos los gobiernos que salen en defensa de los derechos humanos en estos tiempos de inquietud.» Además, se hace hincapié en cómo esediscurso del odio se pudo observar, en 2017, en lemas xenófobos y la represión generalizada de las comunidades LGBTI. Esa retórica se puso aun más de manifiesto con la denigración de las personas refugiadas y migrantes, incluso en los niveles más altos de muchos gobiernos. Hay muchas más preocupaciones. El documento puede descargarse gratuitamente desde la página web de Amnistía internacional.

Pero hay un lado positivo. Las políticas regresivas han impulsado a numerosas personas a sumarse a luchas que vienen librándose desde hace tiempo, y ha habido muchas victorias importantes que el activismo por los derechos humanos ha contribuido a lograr. Existe un creciente movimiento, en frentes diversos, que permite en verdad abrigar la esperanza de invertir estas tendencias.

Y, como muestra. En junio hubo una campaña mundial, a la que nos sumamos en Córdoba: «No Hate, No Fear» (Sin odio, sin miedo). Se multiplicaron imágenes de Estatuas de la Libertad, con ese lema,en todo el mundo. Aquí la paseamos por el Puente Romano. En una carta al periódico cité una palabras de Averroes que tengo siempre en mi mente: «La ignorancia lleva al miedo, el miedo lleva al odio, el odio lleva a la violencia. He aquí la ecuación».

No me cansaré de repetir esta cita. Además de pelear contra el odio y la violencia, tan difíciles de combatir, luchemos contra la ignorancia.

Marzo 2018